Lograr la pole es cuestión de equipo

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¿Sabíais que los coches de Fórmula 1 aceleran de 0 a 100 km/h en menos de dos segundos? Pues como dice un colega de trabajo ese acelerón fue lo que vivimos el año pasado, pero algunas compañías lo tuvieron que hacer con un Seat Panda y otras, que estábamos mejor preparadas y llevábamos más trabajo adelantado, lo hicimos en un Audi A8… y ya os podéis imaginar que eso influye y mucho.

Pese a que ninguno pilotábamos el Mercedes de Hamilton, todo el equipo trabajó y se enfocó en lograr un doble objetivo, en conseguir una doble victoria: salvaguardar el bienestar de sus compañeros y que pudieran continuar ofreciendo el mismo nivel de servicio a los clientes. Al no haber precedentes, nuestros ‘ingenieros y mecánicos’ trabajaron en modo prueba-error constante, con los medios que tenían a su alcance porque ningún plan de contingencia alcanzaba a imaginar una situación tan repentina. Pero lo más importante y lo que nos llevó al triunfo, fue que nadie en el equipo decayó ni desfalleció en el intento porque todos sabían y todos asumieron que su trabajo era crítico para ganar la carrera.

De todas las situaciones, por difíciles que sean, puedes aprender algo nuevo, así que os voy a enunciar cómo lo vivimos en el ‘muro de boxes’ de mi compañía y las enseñanzas que extrajimos para ser capaces de afrontar mejor las dificultades venideras.

En primer lugar, como aspectos positivos, destacaría cinco lecciones. Las organizaciones nos hemos hecho más resilientes, estamos mejor preparadas para enfrentarnos al futuro. También somos más elásticos, más ágiles y nos hemos dado cuenta de que estamos más capacitados de lo que pensábamos para adaptarnos a situaciones muy cambiantes. La tercera lección es que la tecnología que tuvimos que desarrollar para afrontar ese gran reto no se ha quedado limitada a nuestra compañía, sino que ahora la vendemos a nuestros clientes porque la hemos testado en el circuito de carreras, no solo en el ‘simulador’, y ha funcionado a la perfección. En cuarto lugar, las encuestas internas reflejan que nuestros trabajadores son más felices porque ahora concilian mejor y, al evitar los desplazamientos, disponen de más tiempo libre. Y, por último, nos hemos convencido del valor añadido que tiene el concepto de trasnacionalidad, equipos formados por personas de todos los países, ya que no ha tenido que venir impuesto, sino que las circunstancias han llevado a su implementación natural.

Tendemos a hablar siempre de revolución tecnológica, pero si os dais cuenta, lo realmente importante para poder abordar este reto con éxito es la transformación de las personas dentro de este mundo digital

Pero todo Yin tiene su Yang y, lógicamente, también ha habido vivencias negativas que es importante conocer para poder introducir correctores. No hay duda de que trabajar en remoto debilita la sensación de equipo y diluye el sentimiento de pertenencia a la compañía. Igualmente se resiente la creatividad porque se intercambian menos ideas, aquellas que surgen espontáneamente mientras tomas un café o vas por el pasillo y te cruzas con un compañero con el que te paras a charlar un momento. Asimismo, la coordinación de los equipos se hace más complicada. También, las personas nuevas que se incorporan a la empresa tienen una menor identificación con la marca porque no la viven de igual manera que los que han estado trabajando durante años en sus instalaciones. Y, por supuesto, si antes teníamos mecanismos de control de la información, ahora hay que reforzar la seguridad de la misma, es decir, tenemos que poner más candados a los planos y diseños de nuestros ‘nuevos prototipos’.

Todo lo anterior nos ha hecho que estemos inmersos en una gran transformación y que pisemos a fondo el acelerador hacia la digitalización. En ese entorno, tendemos a hablar siempre de revolución tecnológica, pero si os dais cuenta, lo realmente importante para poder abordar este reto con éxito es la transformación de las personas dentro de este mundo digital.

Para poder conseguir la ‘pole position’ en la parrilla de salida, tenemos que invertir en talento, capacitación y formación. Debemos acompañar a las personas en todo ese proceso de gestión del cambio, ya que son el auténtico motor de la transformación. La tecnología, antes o después, es la misma para todos, pero los equipos son los que marcan diferencias.

Se abre ante nosotros un gran reto: diseñar e implantar un modelo híbrido de trabajo (presencial y remoto) que potencie los beneficios y minimice los riesgos porque no podemos olvidar que somos animales sociales y que hemos llegado hasta aquí porque trabajamos en grupo

Como leí hace unos días en el blog del Digital Marketing Institute, la formación continua, además de para el manejo de las herramientas, es fundamental para construir la nueva cultura corporativa digital basada en la transparencia, la comunicación, la colaboración y el desarrollo. Al mismo tiempo, mejora la competitividad, impulsa la innovación, motiva a los trabajadores y no solo detecta el talento interno, sino que atrae al nuevo.

Nada va a volver a ser como antes. Instalaciones, oficinas, viajes, … suenan a conceptos pasados, al menos como los conocíamos. Estamos mucho mejor preparados para abordar el futuro y continuamos aprendiendo día a día, innovando en tiempo real como hacen los ingenieros y estrategas en los grandes premios de la Fórmula 1.

En definitiva, se abre ante nosotros un gran reto: diseñar e implantar un modelo híbrido de trabajo (presencial y remoto) que potencie los beneficios y minimice los riesgos porque no podemos olvidar que somos animales sociales y que hemos llegado hasta aquí porque trabajamos en grupo.

La sincronía y la cooperación de las distintas personas que forman el equipo, como ocurre en las escuderías de Fórmula 1, son los elementos fundamentales para alcanzar el éxito y lograr los objetivos establecidos. ¡No lo olvidemos!